lunes, 29 de noviembre de 2010

CUENTO POLICIAL

El asesino serial




Un día nublado a las 3:33 PM sonó el teléfono. El oficial Ramírez llamaba para decir

que hubo otro asesinato en la joyería. Días antes en la misma joyería habían asesinado al encargado, esta vez era el dueño.

- Señor Jones- dijo asustado el oficial- Asesinaron al dueño de la joyería. Hay una nota en su pecho.

- Quédate ahí y no toques nada. Despeja el área. Voy para allá.

Cuando llegue estaban todos afuera. La mujer de Gabriel, dueño de la joyería estaba llorando con la ilusión de que estuviera vivo. Cuando estaba avanzando, vi al hombre de al lado con una mirada sospechosa. Llevaba puesto un chaleco negro con capucha y un pantalón de jeans azul. Vi una gota roja en su zapatilla blanca. Tenía pelo largo. Y antes de entrar a su casa le dio a un hombre una bolsa de consorcio negra.

Cuando entre a la joyería vi a Gabriel tirado en el piso. Era un hombre que tenía pelo castaño. Era alto y flaco, y en su pecho había una nota tal como dijo el oficial. Me puse mis guantes para que no se borren las huellas. La carta decía: “Jones: Mato por dinero y por placer. Quiero darte un caso que nunca puedas resolver”

Llame a mi ayudante, mi hermana Maica. A la que le gusta escribir los casos que resolvemos juntos.

Al rato, llegó a la escena del crimen y encontramos un teléfono celular. Parece que se trataba de un asesino serial porque no era común que dejara tantas pistas. Cuando revisamos el teléfono celular, tenía registrado un solo número y un mensaje recibido. El mensaje era extraño. Sólo eran dos palabras, decía: “pelo largo”. Eso me llevo al hombre de al lado. Fuimos con mi ayudante a interrogarlo. Decía que no tenía nada que ver. Revisamos su casa y descubrimos que una habitación estaba a medio pintar de color rojo. Eso explicaba la mancha roja en el zapato. Además la bolsa de consorcio era basura.

Un testigo, un anciano de 65 años, vio salir a alguien de pelo largo de ahí, que dejo caer intencionalmente el celular, así que Maica pensó por qué ha de dejar tantas pistas sabiendo que lo pueden descubrir. Y además vive muy cerca para dejar que lo incriminen.

Luego, fui a mi departamento a pensar, tome mi pipa y comencé a balancearme en mi silla. Pensé en la escena del crimen y en ese mismo momento fui con mi hermana a la casa de la esposa de Gabriel. La interrogamos y revisamos el lugar y encontramos dos celulares iguales que el de la escena del crimen. Ahí lo descubrí. Ella lo mató. Tenía el pelo largo, tal como decía el anuncio. Se hacía llamar la viuda negra. Mataba a todos sus esposos, después de firmar los papeles para quedarse con la herencia. Era buscada en tres nacionalidades distintas. Tenía más de veintiún documentos con diferentes nombres.

- ¿Pero el encargado era una de sus esposos?- Preguntó Maica.

- No lo sé- Le respondí- ¿Por qué lo mató?

- Porque me descubrió- Confesó la asesina.

Ya no tenía escapatoria, sabía que la habían atrapado. Estaba perdida.

Unos días después llevaron a juicio a la “viuda negra”. Le dieron cincuenta años de prisión. Y lo más importante es que otra vez mi hermana y yo pudimos resolver uno más de los tantos casos que nos tocó investigar.



Brian Silva

Maica Romano

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