sábado, 7 de agosto de 2010

narraciones de caperucita roja contadas desde el punto de vista de uno de sus personajes.

Lo que sigue son producciones de alumnos de quinto grado. La propuesta está basada en la secuencia didáctica desarrollada por Ana Ciro. El desafío del escritor es ponerse en el lugar de uno de los personajes  del cuento Caperucita Roja y transformarlo en narrador. De este modo podemos preguntarnos ¿Cómo hará Caperucita roja para contarnos el modo en que se dio cuenta que el camino por donde el lobo la mandó era el más largo?
o ¿Cómo describir la escena en que aparece el cazador si la niña se encontraba dentro de la panza de la madre? ¿Cómo hará el cazador para contar la secuencia en donde la madre mandaba a su hija a socorrer a su abuelita.
Bueno, espero que disfruten mucho de los cuentos de los chicos.

  Nueva versión de Caperucita Roja contada por su mamá.


Hola, yo soy la mamá de Caperucita Roja.

Un día le di a Caperucita pastelitos y un tarro de miel para que le lleve a su abuela, porque estaba enferma, y le dije que no hable con extraños, porque en el bosque había muchos peligros. Pero yo la seguí para ver si me hacía caso.

En el bosque vi que se encontró con un lobo y empezaron a charlar en un tono alto que me permitió escuchar. El lobo le pregunto:

-¿A dónde vas Caperucita?

Ella al principio no dijo nada, pero después le respondió:

- A la casa de mi abuela, a llevarle pastelitos y miel porque está enferma.

Yo no podía creer que no me hiciera caso. ¡Habló con un extraño! ¿Será que pensó que como el lobo sabía su nombre, no era un desconocido?

El lobo también le dijo que conocía un atajo. Que si iba por ahí, iba a llegar en la mitad de tiempo a la casa de la abuela. Y como vi que el lobo se fue y no le hizo nada, me fui a la casa de mi mamá por el camino que yo siempre iba, para encontrarla ahí y regañarla por no hacerme caso.

Cuando estoy llegando a la casa de mi madre, veo que el lobo estaba tocando la puerta. Y enseguida entró. Corrí hasta la ventana y vi como el lobo se tragó a mi madre. ¡Fue terrible! Me quede paralizada. Al rato, cuando me recupero un poco, veo que el lobo estaba acostado con el gorro de dormir de mi mamá, y que decía:

- Entra Caperucita, está abierto.

Las piernas me temblaban y no podía caminar. Tampoco podía gritar. Se me había ido la voz. Estaba aterrorizada y no podía ayudar a mi hija. Solo escuchaba lo que hablaban.

-¿Qué orejas tan grandes!- dijo Caperucita.

Y el lobo respondió - Para escucharte mejor.

-¡Y qué ojos tan grandes!

- Para verte mejor.

-¡Y qué boca tan grande!

- Para comerte mejor.- Y el lobo pegó un salto y se tragó de un bocado a Caperucita.

Yo lloraba. No podía creer que no pude hacer nada para salvar a mi hija

Entonces un cazador que pasaba por ahí, me vio llorando y le conté todo lo que había pasado. El me dijo que me quede tranquila y entró a la casa. El lobo estaba roncando. Estaba profundamente dormido. Entonces el cazador con cuidado le cortó la panza y mi mamá y mi hija salieron vivas. Después le llenaron la panza de piedras al lobo y se la cosieron. Cuando el lobo se despertó salió corriendo como pudo.

Cuentan que el lobo murió ahogado por su peso cuando trataba de tomar agua en un río.

Autores: Geremías  y Alejandro


Nueva versión de Caperucita Roja contada por ella misma.



Hola! Yo soy Caperucita Roja.

Mi mamá me llamó y me dijo:

- Tu abuela se ha enfermado. Irás a visitarla y le llevarás una canasta con pastelitos y un jarrón de miel. Momento… -me dijo. – El bosque es un lugar muy peligroso. No te detengas a hablar con extraños.

Mientras iba caminando por el bosque me encontré con un lobo enorme. El lobo puso cara de amigo y me preguntó:

- ¿A dónde vas Caperucita?

Yo respondí: - Le llevo pastelitos y un jarro de miel a mi abuela.

Y el lobo me dijo que conocía un atajo para que llegue más rápido.

Yo le pregunté: - ¿Cuál es?- Y él me señaló por donde era, y me dijo que lo disculpara por no acompañarme y se fue.

Cuando llegué a la casa de mi abuela, golpeé la puerta y me dijo que pasara, que estaba abierto. Pase y la vi rara. Le dije: - ¡ Qué ojos tan grandes!

Me respondió: - Para verte mejor.

- ¡Qué orejas tan grandes!- le dije.

- Para escucharte mejor.

- ¡Y qué boca tan grande!

- ¡Para comerte mejor!- dijo el lobo y me comió de un bocado.

Al rato escuché los ronquidos del lobo y sentí que alguien estaba cortando la panza del lobo y pudo sacarnos a mi y a mi abuela. El lobo seguía durmiendo. Entonces nosotras fuimos a buscar piedras y se las metimos en la panza. Y el cazador que nos había sacado, se la cosió y se lo llevó lejos.

Cuando el lobo se despertó, sentía mucha sed, se fue a tomar agua a la fuente y con el peso de las piedras se cayó y se murió ahogado.

Autora: Gisella y Florencia





Nueva versión de Caperucita Roja contada por ella misma.

¡Hola! Yo soy Caperucita Roja y les voy a contar mi historia.

Todo empezó así:

Mi mamá me había preparado una canasta con vino y pastelitos para llevarle a mi abuela que estaba enferma.

Mi mamá me había dicho que no me distraiga y que no hable con extraños.

Y empecé mi recorrido caminando, mirando mariposas. Y en un momento mire para el costado y vi a un lobo que me estaba mirando y dijo:

- ¿Dónde vas Caperucita?.

Y yo pensé que si dijo mi nombre no era un desconocido y le contesté:

- Voy a la casa de mi abuelita que queda cruzando el río, la tercer casa.

- Yo conozco un atajo y vas a llegar en la mitad de tiempo- Me dijo el lobo.

Yo le hice caso y seguí por el camino que él me dijo.

Al fin llegué, toqué la puerta y mi abuela dijo:

- Pasa, esta abierto.

Yo la vi medio rara y le dije:

- ¡Qué ojos tan grandes que tienes!

Y respondió: - Es para verte mejor.

- ¿Y por qué tienes tan grandes las orejas?

- Para escucharte mejor.

- ¿Y por qué tienes tan grande la boca?

- ¡Para comerte mejor!

Y ese lobo malvado dio un brinco y me comió entera. En la panza del lobo vi a mi abuela y me contó que el lobo se hizo pasar por mi. Y de repente se abrió la panza del lobo. Era un vecino de mi abuela, que era cazador. Salimos de esa oscura panza. El lobo aún estaba durmiendo y al cazador se le ocurrió una idea. Le llenó la panza de piedras. Cuando el lobo se quiso levantar, se cayó y como pudo se fue de allí.

Y enseguida me volví a mi casa y le conté todo a mi madre. Y siempre seguí su consejo: “No hables con extraños”.
Autora: Daiana y Marlene 5° “B”


Nueva versión de Caperucita Roja contada por el lobo


Hola, yo soy el lobo. Vivo en el bosque. Me gusta comer animales tiernos y también gente.

Un día yo estaba espiando detrás de un árbol, y escuche que una mamá llamo a su hija llamada Caperucita. La mamá le dijo que lleve una canasta con vino, pastel y miel a su abuela.

Vi que Caperucita empezó a caminar por el bosque. Comencé a seguirla y después me hice el amigo y le dije:

- Hola Caperucita.

Ella tardó en responderme porque pensó que yo era un extraño, pero se dio cuenta que si sabía su no nombre no era así, y me respondió:

- Hola, ¿Cómo estás?

Le pregunte: - ¿A dónde vas?

Y me respondió: - A la casa de mi abuela.

Le dije:- Conozco un atajo para que llegues más rápido a ver a tu abuelita.- Pero en realidad la mande por el camino más largo para que yo llegue primero, y comerme a la abuela.

Cuando llegué, me hice pasar por Caperucita. La abuela dijo que entre, que la puerta estaba abierta. Entre y me la tragué de un bocado. Después me disfracé de la abuela y esperé a Caperucita para seguir con mi almuerzo.

Al rato llegó caperucita. Toco la puerta. Le dije, imitando la voz de la abuela, que estaba abierta.

- Hola abuelita- me dijo Caperucita.- ¡Qué orejas grandes tienes!

- Es para oirte mejor- le dije yo.

- ¡Qué ojos tan grandes!-

- Para verte mejor.

- ¡Y qué boca tan grande tienes!

- Para comerte mejor- le dije y me la tragué de un bocado.

Estaba tan lleno que me dormí.

Cuando me desperté, me asusté al ver a un cazador con una aguja en la mano. Me vi la panza, estaba cocida. Caperucita y su abuela estaban con el cazador. Vi piedras a mi alrededor. Supuse lo peor. Me sentía pesado y dolorido. Me fui de allí lo más rápido que pude. Fui al hospital dónde me operaron y me sacaron las piedras. El médico me dijo:

-Tenga más cuidado con lo que come.

No le dije la verdad de lo que había pasado, pero le voy a hacer caso.

Autor: Kevin





Nueva versión del cuento de Caperucita Roja contada por ella misma.

Hola yo soy Caperucita Roja, me dicen así porque mi abuelita me tejió una caperuza roja que no me la quiero quitar nunca.

Les cuento… Mi abuelita estaba muy enferma, entonces mi mamá me dijo que le lleve vino y pastelitos. También me dijo que no hable con extraños.

Cuando iba caminando me encontré con un lobo que me dijo:

- Hola Caperucita.

Yo pensé que no era un extraño porque sabía mi nombre.

Y me preguntó a dónde iba. Y yo le respondí:

- A la casa de mi abuelita a llevarle vino y pastelitos porque está enferma.

Él me dijo que conocía un camino más corto, y como yo quería llegar enseguida, le hice caso. Pero en el camino encontré unas flores tan lindas que me distraje juntándolas para mi abuela. Total iba a llegar enseguida.

Cuando llegué a la casa de mi abuela, no me pareció tan corto el camino. En realidad me pareció más largo por dónde me había dicho el lobo. Toque la puerta y mi abuelita me dijo:

- Pasa, está abierto.

La vi rara, le dije:

- ¡Qué ojos tan grandes tienes!

Y me contestó: - Para verte mejor.

Y le dije: - ¡Qué orejas tan grandes tienes!

- Para escucharte mejor.

- ¡Y qué boca tan grande!

- Para comerte mejor – dijo y me tragó de un bocado.

En el estómago del lobo me encontré con mi abuelita. Enseguida escuchamos los ronquidos del lobo. Y al ratito vimos una luz. Era un cazador que le cortó el estómago al lobo para sacarnos. Cuando salimos, el lobo seguía durmiendo. Mi abuela y yo fuimos a buscar piedras, se las pusimos en la panza al lobo y el cazador se la cosió.

Cuando se despertó el lobo y vio al cazador salió corriendo como pudo.

Autora: Lurdes



Nueva versión de Caperucita Roja contada por su abuelita.

Hola, yo soy la abuela de Caperucita Roja y estaba muy enferma en mi casa cuando llamé a mi hija para darle la noticia. Y me dijo que Caperucita me iba a traer vino y pastelitos, y yo le dije que la aconseje que no hable con extraños.

Una vecina que yo conozco, me avisó que Caperucita estaba hablando con un lobo. Y que le preguntó:

- Hola Caperucita, ¿a dónde vas?

Ella tardó en contestarle, pero le dijo: - A la casa de mi abuelita que está enferma.

El lobo le dijo que conocía un atajo para que llegue más rápido, y Caperucita siguió el camino que le indicó el lobo.

Mi vecina después de contarme se fue rápidamente. Enseguida golpearon la puerta y pensando que era Caperucita le dije:

- Entra, está abierto.

Pero era el lobo. Entró y se abalanzó sobre mi y ya todo era oscuridad. De pronto, pude escuchar como a lo lejos, que Caperucita entró a mi casa y escuché que decía:

- ¡Qué ojos tan grandes tienes!

- Son para mirarte mejor- escuche que retumbaba dentro del lobo.

- ¡Qué manos tan grandes tienes!

- Son para abrazarte mejor.- Volví a escuchar.

- ¡Y qué dientes tan grandes tienes!

- Son para comerte mejor- y de repente me encontré con mi nieta dentro de la panza del lobo.

Al rato escuchamos los ronquidos del lobo. ¡Eran insoportables! Y de pronto, se hizo la luz. Un cazador nos sacó vivas de la panza del lobo. El lobo seguía durmiendo. Dormía tanto que no sintió el corte. Entonces el cazador nos hizo traer piedras para ponérselas al lobo. Y le cosió la panza.

Un rato después el lobo se despertó y asustado salió corriendo como podía.

Autora: Rocío



Versión de Caperucita Roja contada por la abuela.

Hola, yo soy la abuela de Caperucita Roja. Yo estaba enferma y me comuniqué por carta con mi hija para decirle que me encontraba mal. Ella me contestó diciendo que me quede tranquila, que me iba a mandar a Caperucita con una canasta con pastelitos y vino.

Un día, un pajarito llego a mi casa, y me dijo que Caperucita, en el bosque, se encontró con un lobo, y habló con ella. El lobo le dijo que conocía un atajo para llegar a mi casa, y Caperucita le hizo caso.

Entonces pensé que Caperucita iba a llegar enseguida. Al rato, alguien toco la puerta.

-¿Quién es?- pregunte.

- Caperucita.- respondió.

- Entra, está abierto.- le dije.

Pero no era Caperucita, era el lobo que me tragó de un bocado.

Al arto, de lejos, escuché la voz de Caperucita que preguntó:

- Abuelita, ¿por qué tienes grandes los ojos?

- Es para verte mejor.

- Abuelita, ¿por qué tienes grandes las orejas?

- Para escucharte mejor.

- ¿Y por qué tienes grande la boca?

- Para comerte mejor.- Y de pronto, Caperucita apareció a mi lado. Yo me sentía feliz por eso, pero triste porque estábamos adentro del estómago del lobo.

Un rato después vimos la luz porque un cazador abrió el estómago del lobo. Cuando salimos seguía durmiendo. Le pusimos piedras y el cazador le cosió la panza. Y cuando se despertó se fue arrastrándose como podía.

Autoras: Clara y  Florencia





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